Hoy 8 de marzo somos visibles, toda la sociedad habla de nosotras; porque paramos, porque marchamos con pancartas que llevan mensajes y reclamos, porque alzamos la voz al grito de “Ni una menos”, “paren de matarnos”, “no nacimos para que nos asesinen”, “paren de violarnos”, “exigimos respeto”, “reclamamos equidad en las oportunidades”, “pedimos que no se naturalice la violencia” “requerimos que no sean cómplices de los violentos”, “exigimos igualdad en los derechos humanos”, “queremos caminar por la calle sin miedo”

Pero eso es solo hoy, nos acompañan, nos valoran, nos entienden, pero…. Mañana?

Mañana muchas de las mujeres, niñas y travestis/trans somos víctimas de la violencia más extrema y seguimos teniendo un Estado ausente.

No alcanza con tener un Ministerio si no se toman medidas inmediatas, las victimas no pueden esperar que un grupo de funcionarios decidan qué políticas tomar y cómo llevarlas a la práctica.

No alcanza con la perspectiva de género, necesitamos también una visión sobre los derechos humanos esenciales para la vida de cualquiera de nosotras.

La urgencia es hoy, en este momento están agrediendo, violando o matando a una de nosotras.

Falta establecer políticas de prevención, medidas cautelares con mayor rigurosidad y seguimiento de los casos por parte de la justicia.

En lo que va del año, en Argentina hubieron un total de 54 femicidios, entre ellos 2 trans-travesticidios, lo que significa un asesinato cada 26 horas según un informe del Observatorio “Adriana Marisel Zambrano”, que coordina la Asociación Civil La Casa del Encuentro, que además reveló que 64 hijos se quedaron sin madre, de los cuales casi la mitad son menores de edad.

La provincia de Buenos Aires sigue siendo la que más casos tiene (11), seguida de Santa Fé con 10 y Córdoba con 7.

Según los registros, el lugar donde se domicilia la víctima es el más inseguro. ¿Qué respuesta tiene el Estado ante esto? Porque muchas de ellas habían hecho por lo menos una denuncia y el violento siguen su vida sin más.

Crece la violencia, crece la ferocidad de la violencia, crece la monstruosidad de la violencia.

Nos cansamos de decir ¡BASTA! Pero no nos escuchan y seguimos siendo víctimas de varones violentos.